miércoles, 13 de junio de 2007

...Tulipanes inmortales...



Llega la mañana y despierto solo, enredado por estas sabanas que pretenden emular tus brazos, intentando alejar mi vista de todo aquello que me recuerde que día es hoy...

Empiezo a caminar por mi casa esperando encontrar algo que me haga despertar, recorro cada espacio con la ilusión que de alguna esquina saltes tu tratando de asustarme, y no encuentro nada, tan solo el recuerdo de que es miércoles y tu no estas aquí...

Hoy tuve que almorzar solo, empezar dolorosamente a comer esos cuernitos con jamón y queso que siempre preparaba....

Regreso a mi cama para intentar tenderla un poco, como me gustaría que fuera al revés, y estuviéramos entregados a contemplarnos todos los minutos, mientras jugamos a la locura que nos encantaba vivir, mientras nos tomábamos de las manos y dándonos un beso nos entregábamos a sentir, a recordar nuestro momento, nuestro sagrado momento de estar solos, alejados de todo aquello que intentaba hacernos daño...

Vuelvo a recostarme sobre mi cama y empiezo a jugar con mis manos, mi cerebro, intentando crear esos tulipanes inmortales, que buscan adueñarse de este día, de lo nuestro....

...Ex-Rudo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

La niña de los tulipanes amarillos dice:
Me gustó la rememoraciòn de los recuerdos escritos. Ayer fue un dìa que disfrute mucho. El sentir tu compañia sin apuros, sin prisas, sin ataduras. Un miércoles no igual a tantos desde...no recuerdo desde cuando, pero igual de placentero que los demás. Miércoles de pláticas, de compartir tulipanes, de nosotros juntos y, sobre todo aprender a conocernos como personas sin que las manos se besaran o reconocieran en las del otros, sino aprender a tocar las palabras suavemente y con traquilidad.
Ya nos hacia falta un miércoles para nosotros.
Gracias por estar simpre ahí comigo hechandome pa`delante.
Ultimamente te he fallado pero...espero que áun sepas que aqui ando jugando al placer al que yo llamo vida.

LOS CÓMPLICES

Te decía en la carta
que juntar cuatro versos
no era tener el pasaporte a la felicidad
timbrado en el bolsillo,
y otras cosas más o menos serias
como dándote a entender
que desde antiguamente soy tu cómplice
cuando bajas a los arsenales de la noche
y pones toda tu alma
y la respiración
perfectamente controlada,
por mantener en pie tus rebeliones
tus milicias secretas
a costa de ese tiempo perdido
en comerte las uñas, en mantener a raya
tus palpitaciones,
en golpearte el pecho por los malos sueños,
y no sé cuántas cosas más
que, francamente, te gastan la salud
cuando en el fondo
sabes que estoy contigo
aunque no te vea
ni tome desayuno en tu mesa
ni mi cabeza amanezca en tu pecho
como un niño con frío,
y eso no necesita escribirse.
GONZALO ROJAS

Besos
Dora